Cómo hacer que la expresion escrita, sea en sí misma lo suficientemente bella para transformarse en un cuadro, que cruce la barrera idiomática, que se burle de la intelectualidad barata, que se comunique directamente con nuestras sensaciones y sea capaz de evocar sentimientos sin recurrir a la imaginación, ni a la creatividad.
El receptor siempre utiliza su propio mundo para comprender lo escrito, por ende, las palabras nunca son capaces de contener una objetividad, las palabras interactuan directamente con el individuo ganando fuerza en la subjetividad del mismo, el arte plástico recurre a exactamente lo mismo, ser capaz de comunicarse con la subjetividad del individuo y a través de ella deleitar. Sin embargo, las imagenes son capaces de entrar de lleno en el interior, mientras que las palabras requieren que de a poco te vayas deleitando con ellas, que lentamente vayas avanzando por el texto, mientras las figuras se forman en tu cabeza. Requiere que el receptor tenga verdaderos deseos de involucrarse con la obra para recién cobrar el efecto deseado.
Pero, cómo destruir esa barrera, cómo requerir menos del espectador, cómo las palabras pueden formar figuras con sólo mirarlas, que sin importar el idioma, el sonido emitido, que el significado contenido traspase la mera escritura y cubra al lector en un mar de belleza. Cómo podemos olvidarnos de la pomposidad del lenguaje, de la complejidad de palabras, de la estructura y poder engendrar de lleno emocionalidad.
Cómo volver el lenguaje un vino, que al acercarse a el impacte por su aroma, que el primer sorbo sea la totalidad del gusto y después podamos ir poco a poco deleitándonos con sus partes. Que la primera impresión haga la necesidad de continuar el recorrido, que sea como el beso entre el autor y el lector, donde no hay pausa, sólo vida y comunicación, donde los complejos quedaron a un lado y la necesidad de sentir al otro y deleitarse con él es más fuerte.
Cómo ir más allá de las palabras, de las imágenes evocadas, del sonido y entrar en el plano del placer puro. Esa comunión con el interior, con lo que queda oculto, con lo que cuesta expresar, con lo que solo soñamos, con lo que es enteramente humano.
Ese será el misterio por descubrir...
Ese será el misterio por descubrir...