8 may 2014

A los padres, a los soñadores



Veo los medios sociales plagado de fotos de niños, de bebés o comentando los éxitos de estos. O simplemente, mostrando logros propios o probando nuestra inteligencia frente los demás.
Me parece impresionante, pese a todos los estragos que muchos vivimos particularmente durante la adolescencia, seguimos afirmando los mismos 3 pilares de felicidad con los que crecimos, belleza, inteligencia, dinero (éxito). Todavía, pese a los años de múltiples batallas, creemos que la felicidad se encuentra si seguimos estos pilares, aceptamos más criterios, pero a la hora de comentar nos reducimos a estos tres y mantenemos la frustración de no alcanzarlos.

Es increíble, que lo que podamos decir a nuestros amigos sea, qué bonita foto, qué bien te ves, qué inteligente eres o bien qué envidia tu vida. Es decir, o reafirmamos su belleza, su inteligencia o su éxito (ya sea en lugares impresionantes, la comida que preparan o comen, el trabajo que tienen, lo que adquirieron, etc), o bien no les decimos nada. Para qué decir con los hijos, ya sean propios o ajenos, nuevamente a enfatizar los mismos pilares.
Nustras luchas personales no han logrado cambiar la forma en que percibimos el mundo, la aceptación y autoestima individual es simplemente una mentira, aprendemos a tolerar nuestras carencias, pero seguimos usando la misma sentencia con los demás y tratando de pretender frente a ellos. Es como si enfermizamente trataramos de demostrar que somo felices recurriendo a los mismos estándares.

Es decir, nuestra actitud premia únicamente si se es bello, inteligente o exitoso y lo perpetuamos pasándolo a las futuras generaciones. Dejamos a nuestros hijos en exactamente el mismo punto en que empezamos nuestra lucha. Ese punto lleno de frustración, al no ser compatible con los pilares de la sociedad y por ende creer que no se puede ser feliz o amado. Son pocos los finalmente aceptan su condición, pero sin embargo, siguen perservando esos mismos ideales.

Si lo que verdaderamente perseguimos como personas es ser felices, cuándo aprenderemos a dejar de reforzar este comportamiento en nuestros pares y en particular en los más pequeños, nos embobamos dicíendoles que son lindos, que son inteligentes, ocultándoles que en verdad eso no es lo que importa, ni tampoco el éxito del cual estamos obsesionados. Lo que importa es la actitud ante la vida, lo buen ciudadano que seas y los momentos que logres atesorar. Aunque no tengas mucho dinero, que no seas inteligente, que no seas hermoso, tienes la misma posibilidad de ser feliz que todos los demás y exactamente la misma posibilidad de recibir cariño de tus pares.
Entonces por qué no mostramos, nos felicitamos estos logros personales? Esos que forman el caracter, que es lo que verdaderamente importa. Por qué no intercedemos y enseñamos a nuestras futuras generaciones que esos pilares son una mentira, que nos llevó años descubrirlo, que no nos hacen mejores, sino que a la larga llevan a la frustración o a la pedantería, que lo que construyamos como personas va más allá de eso.

Dejemos de tratar a nuestros hijos de seres especiales, lo son para los padres, no para los demás. Y aunque no sea un niño especial, puede ser exactamente igual de feliz, sin ser el más bonito, el más inteligente o el más exitoso. No es que no les queramos, no es que no les mostremos afecto, claro que para los padres, sus hijos son perfectos, pero para el resto del mundo no es así y eso no tiene relevancia alguna en el camino de ser feliz. No les reduzcamos las opciones a sólo tres, no les llevemos a vivir una mentira, sino a encontrarse a ellos mismos. Aunque no sean el mejor, eso no importa, basta con que sean felices en lo que hacen y en la elección de vida que lleven.

13 oct 2013

Maltrato y deshumanización

En las calles, en Facebook, en blogs, por todos lados hay campañas sobre el maltrato, ya sea a niños, a mujeres o incluso a animales. Todo el mundo se opone al maltrato, pero en concreto, ¿hacemos algo al respecto?, ¿sabemos identificar cuando alguien esta siendo víctima de un abuso constante?
Decimos que estamos en contra, pero no hacemos nada para detener el abuso, ni siquiera sabemos cómo identificarlo. Dejamos a las víctimas a su propia suerte, a menos que ellas enfrenten la situación y traten de pedir ayuda, pero como individuos, hacemos lo posible para mantenernos al margen.
Ni siquiera adquiere el carácter morboso de una muerte o tiene la intriga de un asesinato. Simplemente a nadie le importa a menos que le afecte directamente. Sabemos que no es correcto, pero creemos que es el afectado el que debe saber decir basta, ya que en general el vínculo que lo une con su acosador es muy fuerte y lo respetamos. O, simplemente culpamos a la víctima por aguantar el trato y no tener el coraje de hacerle frente.
Incluso, hemos aprendido a no creer en los niños, a desconfiar de ellos, por lo que si éstos logran decir algo, simplemente nos escondemos tras la idea que nos están mintiendo. Pero, las señales son claras, pese a que cada niño responde de forma diferente al abuso, existen comportamientos que nos pueden indicar la existencia de un problema mayor. La falta de autoestima, el rechazo, la actitud evasiva hacia una persona en particular, los silencios, las conductas inapropiadas, en fin una serie de conductas que ocultan el hecho de que la persona trata de lidear con una situación injusta, en la cual no sabe qué hacer para evitarla. Temor, rabia, impotencia, dolor, esos son los únicos sentimientos que alimentan el corazón de la víctima.
La víctima no puede responder de una forma razonable, se encuentra sumida en un ambiente sin protección alguna, no espera ayuda alguna, ya que el núcleo es precisamente lo que la agrede. La sumición, el lidear psicológicamente con el hecho de que tu victimario, es quién debiera estar protegiéndote, marca a la víctima en su humanidad. Se produce una suerte de lavado de cerebro, haciendo que ese sea el trato que merece. Para la víctima no existe un mundo fuera de la realidad del maltrato, simplemente justifica lo que vive, usando las palabras del victimario, es tu culpa, tú me llevaste a hacer esto.
Rara vez, es la víctima la que reporta el abuso, sencillamente porque para ellos es algo cotidiano, así debe ser y es su culpa el ser tratados de esa manera. Para sus ojos, el abusador, es la víctima de sus falencias y quien debe soportar a la horrible persona. El abuso ataca directamente a la humanidad de la persona, la víctima no se siente merecedora de un trato humano, no siente amor ni aprecio por si mismo. Lo único que le queda es el dolor y la necesidad de abuso, ya que es la única forma de expresión de afecto que conoce.
Los signos son notorios, la poca importancia y afecto hacia la propia persona, se ven a distancia, en el vestir, en el andar, en el poco derecho que siente a ser tomado en cuenta. Probablemente todas las personas sean más importantes que ellos mismos, sobretodo velará por la felicidad de su abusador, más que la propia.
Es complicado hablar o acercarse a alguien en ese estado mental, sin embargo, no hacerlo es permitir que el abuso sea perpetuado, pues la víctima no se dará cuenta. Acoger a la persona, decirle que ese trato no es normal, mostrarle vías para salir de su situación, acompañarla para que no esté sola, son cosas muy importantes para que la víctima comparta.
El proceso de asimilación del abuso es emocionalmente demandante, reconocerse víctima es contradictorio para la persona, pues siempre ha sido instruída en que es ella quien posee la culpa, ella es la que efectuó la acción que la vuelve merecedora del trato. Convencer a la persona de que son hechos aislados que le sucedieron y que no había nada que hacer para evitarlos, da una impotencia enorme al afectado. Reconocer que, las circunstancias no fueron las apropiadas y que su accionar era independiente, toma un buen tiempo y es extremadamente doloroso, el afectado se siente enormemente desprotegido ante el mundo, mientras éste continúa su curso sin tomarlo en cuenta.
Sobretodo eso, el afectado no puede reconocerse como una persona normal, de hecho, el abusador le ha despojado de su humanidad, del sentir, del querer, de la razón de saberse vivo. No es posible reconocerse humano para la víctima, pues lo que ha vivido, o más bien, sobrevivido es simplemente inhumano, las condiciones son extremas. La víctima se reconoce fuera del mundo convencional, fuera de los problemas mundanos, fuera de sus propias emociones, simplemente se siente diferente y su historia lo confirma.
El camino a la rehumanización del individuo es paulatino y de amplio rango, aprender a reconocerse, a cuidarse, a quererse, cosas tan básicas para los demás, son cosas que se confunden en la mente del abusado. El cual se identifica en pos de su victimario, por lo que no puede alejarse, por lo tanto su autocuidado es nulo, no puede quererse, pues él es el motivo principal de que le sucedan esas cosas, no sabe celebrar sus logros, no sabe sentir sus emociones. Se forma un círculo vicioso de seguir en el estado de víctima el cual es dificil romper, hay que atacar por todos los frentes en conjunto, reformarse, lo que suena para la persona en cuestión, "hacer lo imposible".
Paciencia, apoyo, compañía, valoración, reconocimiento, mucho más no podemos hacer. El proceso lo lleva la persona en su interior, pero si podemos formar un cobijo en exterior para acogerla, se facilita la restauración de humanidad.
No te quedes sin hacer nada, salva a una persona, salva a una vida, observa tu alrededor y ofrece calidez a quienes lo necesitan. Porque no basta un "Like" en Facebook, porque no es suficiente con poner cara de espanto, lo que necesitan las víctimas es tu apoyo y tu apertura mental, para entender que estas cosas pasan en el mundo, en este mundo, en tu mundo, precisamente en tu entorno y no allá en un rincón lejano, la víctima puede incluso vivir en tu propia casa.

4 abr 2013

Amor

¡Los ideales nos estafaron! No hay forma alguna de poder merecer el amor, no importa cuanto nos esforcemos, no nos aman por lo que hagamos o dejemos de hacer, recibimos amor sólo por ser quienes somos.
El amor carece de racionalidad, el amor es un sentimiento vivo y en movimiento, hace caso omiso a los intentos y a las propagandas, sencillamente se entrega por cualquier capricho a cualquiera cuando estamos descuidados. Excusas hay miles: qué bonito corazón tiene, es que sentí como mi ser vibraba; pero la realidad es que no hay nada que explique racionalmente el por qué se ama a una persona y no a otra.
No importa lo perfecto que trates ser, no importa cuánto sepas o qué tan fascinante seas, el hecho de merecer amor no depende de tu cultivo personal, sólo depende de cualidades con qué naces, las cuales evidentemente no dependen de ti.
Si el amor es intrínsico a tus características de nacimiento, cabe preguntar, entonces, si existe gente que sencillamente nace con la incapacidad de ser amada. Creo firmemente ser una de estas personas, una de aquellas que se esfuerza, pero no tiene la característica escencial, una de esas personas que se llena de amigos, pues su cariño se debe al mérito, pero nada más. Sencillamente, carezco de la mística de ser amada.

Intenté con mis padres, hice todo lo que rrequerían para que me quisieran, pero evidentemente el hecho dde que naciera era lo suficientemente malo para ellos como para no perdornármelo jamás. De ellos no recibí afecto alguno.
Intenté buscar novio, pero los hombres se van, prefieren aquellas chicas que desean ser rescatadas a alguien que sólo requiere compañía y afecto. Asi que tampoco funciona. Sencillamente por mucho esfuerzo que haga, por mucho que sea capaz de ceder, la falta de racionalidad de los afectos, hace que personas como yo pasen a un segundo plano, sean siempre de aquellas personas que nos acordamos si es que tenemos tiempo.

No es culpa de la gente, no es culpa mía, es sólo que nací con esa carencia y tengo que acostubrarme al hecho de que la gente pisotee mi corazón, porque el afecto momentáneo es lo único que podemos recibir. Tener el corazón siempre abierto, por si es que llegan migajas es mi destino...

2 mar 2013

Cuando se extraña un anhelo...

¿Es posible extrañar algo que nunca se ha tenido? La completación de nuestra incapacidad de observar objetivamente nuestro entorno, con el anhelo de que nuestra vida tenga sentido, podemos crear una realidad perturbada donde nos hallamos a gusto en nuestra fantasía superpuesta casi ridículamente a la realidad. El anhelo, se transforma en algo "real" y creémos que siempre lo hemos tenido, pero en realidad siempre ha sido la meta de búsqueda. Es como el amor, tenemos y creemos que los seres que nos rodean nos aman, porque anhelamos recibir amor, pero en realidad nunca podremos ver sus sentimientos, lo único que podemos observar son sus acciones e interpretarlas usando nuestra historia personal.
Nuestra historia personal... es ahí donde yace el problema, cuando nuestra historia personal no es otra cosa que un mar de ilusión, creada por una mente que se trata de refugiar del daño de la vida. Si nuestra misma historia nunca existió, ¿cómo podremos observar la realidad anuestro alrededor, cuando creemos que todo era diferente?, entonces... ¿cómo no extrañar lo que nunca fue real?, si nuestra misma mente, nos hizo creer que existía.
¿Cómo comenzar a lidear con una realidad que nos es completamente ajena? Una realidad que en muchos casos suele ser devastadora, casi demasiado brutal para cualquiera, cuando ni siquiera una trágica historia de novela se compara con tu realidad, ¿cómo aceptarla y seguir adelante? ¿cómo de golpe, podemos lidear con todo y darnos cuenta que todo fue sólo una ilusión cuyo objetivo era mantenernos respirando? ¿Por qué simplemente no podemos desaparecer, ser tragados por algún mundo paralelo donde el dolor quede de lado aunque sea un momento, donde la realidad no nos siga pateando en el piso?
Siempre dicen que, todos los infortunios vienen bien acompañados de mano de otros desastres, pero lo que uno se pregunta, después de toda una vida de infortunios, ¿cuándo viene la maldita buena racha?, ¿cuándo dejaremos de tratar de respirar en un océano de mierda? Porque no es que caimos en algún momento allí, es que hemos vivido toda nuestra vida en ese lugar, pero no habíamos querido darnos cuenta.
¡Es que eres tan fuerte, seguro te sobrepondrás a todo! ¡Mentira! Sobreponerse requiere esfuerzo, requiere toneladas de energía y sólo hemos podido gastarla en tratar de subsanar esas heridas, al menos lo suficiente como para creer que algún día podremos levantarnos. Sin embargo, nos volveremos a preguntar... ¿No será esto obra nuevamente de nuestra realidad alterada?, ¿no será otra más de nuestras ilusiones?
Un descanso, un tiempo muerto, un instante eterno, donde podamos pensar sin que la realidad nos siga hiriendo y podramos suavemente sacar el velo de la ilusión, mirar a la realidad al rostro y poder decirle todo lo que pensamos de ella. Pero, el tiempo no existe, la realidad aconteciendo no es capaz de darnos un respiro, la confusión de la realidad y el anhelo nos deja en puras añoranzas que hacen más daño que la realidad misma. Para la vida no existe un respiro, no existe el descanzo, esa pausa que tomamos para darnos un respiro, es la verdadera ilusión cuando se vive, no podemos detener el tiempo para sanar las heridas y no podemos vivir con ellas...
El mundo se derrumba a nuestro alrededor, la realidad sigue abatiéndonos de forma incansable, las ilusiones se resquebrajan y los trozos que quedan de ella nos perforan de lado a lado, ¿de dónde sacamos la esperanza, cuando son nuestros propios sueños los que nos hieren? ¿De dónde sacamos las ganas de vivir, cuando nuestra experiencia indica presisamente lo contrario?
¿Dónde? ¿Cómo? ¿Por qué? ¿Cuándo? No hay pasado pisado y nunca lo habrá mientras haya un presente continuo interfiriendo con el proceso de racionalización del pasado, el velo no se desgarra por completo, dejando ver sólo lo más espantoso y ocultando lo demás, ocultándolo a travéz de las ilusiones que alimentan nuestra esperanza, y esas son presisamente aquellas que terminan de destruirnos.
Anhelos, deseos, sueños, fantasías... ellos conforman nuestra vida y hay veces que son el único motivo por el cual debemos continuar aquí. Son nuestros aurigas y nuestros caballos al mismo tiempo, son el control y nuestros impulsos, ¿cómo dejarlos de lado al momento de sentir? Por favor, alguien tenga piedad y enséñeme a cómo separar la percepción de la realidad y cómo hacer que nuestra fantasía permanezca sólo como lumbrera y no cómo objetivo real y tangible, que alguien me enseñe en qué punto debo aprender de los sueños y en qué punto dejarlos de lado para no recibir más daño de la realidad.
¿Cuál es la diferencia entre las formas etéreas y las reales, cuando estamos sumergidos en el sueño?, ¿es mi vida un sueño o realmente existió? Hechos se acumulan, pero sus interpretaciones son cada vez más efímeras y vagas, más mezcladas, lástima que la mayor importancia radique en el por qué y no en el acto mismo...
Así que damos un gran suspiro y nuevamente volvemos a tragar, casi patéticamente todos nuestros dolores, y volvemos a lo inicial, ¿cómo puede dañarnos la fantasía cuando es sólo un producto mental? Esperando que esta vez, la aventura del racionamiento nos lleve por caminos menos destructivos.


14 feb 2013

Purificación

Cuando el dolor esta tan dentro tuyo que no te puedes describir sin él, cuando los ojos ya carecen de lágrimas y la expresión del sentimiento hasta parece ridícula, es ahí cuando te das cuenta que el dolor va mas allá de un estado o una característica, el dolor es una posesión, se te impregna, te nubla, te estanca.
Esa fuerza devastadora, nada dentro de ti, manipulando las sensaciones, incluso los sentidos, todo lo tiñe, todo lo mancha, todo lo involucra.
Es como si tu propio cuerpo fuera tu enemigo, como si estuvieses dividido en dos, la parte que se está pudriendo y la parte que trata de sobrevivir a la putrefacción. ¿Cómo puedes luchar contra ti mismo y sobrevivir a ti? La necesidad de una autodestrucción parece inminente, purificadora y merecida, sin embargo es sólo una parte la que buscamos eliminar, buscamos una purificación de nosotros mismos, como si pudiésemos limpiarnos del dolor y borrar las huellas.
Un baño no basta, incluso arracanse la piel parece no ser suficiente. Uno busca una purificación mucho más profunda y busca hacerlo simbólicamente en conjunto con la emocionalidad, es cuando sólo dos cosas se nos vienen a la mente. La antigua usanza del fuego como agente purificador, o bien, autoprovocarse heridas para dejar que la sangre fluja, como si a través de ésta sacaramos también la putrefacción. Es casi como cuando se tiene una infección, que más vale abrir la herida y limpiarla hasta que sangre, antes que proseguir con el dolor de la infección.
Sangre o fuego, tal vez es una combinación de ambas, ambas formas son poderosas en el momento de lidear con el dolor devastador, sin embargo su efecto es momentáneo, es como una droga, con la cual podemos obtener su efecto por unas horas y después se desvanece dejando el mismo vacío y carencia anterior. Y al igual que la droga, cada vez necesitamos una mayor cantidad, mayor riesgo, para producir exactamente el mismo efecto, trepamos por la escala de gravedad de heridas, de quemaduras sin notar que en vez de purificarnos le estamos dando rienda suelta a la devastación.
Nuestro cuerpo recibe humildemente las marcas que va dejando el dolor a su paso, manifestando y expresando, lo que no sabemos cómo comunicar. La piel es el testigo de nuestra lucha por mantener algo de entereza en una pelea tan devastadora. La escondamos o la mostremos, las huellas yacen ahí, y nos lastiman constantemente, sin embargo el dolor que vive en nosotros no se va, no disminuye, sigue palpitando y burlándose de nuestros intentos de arrancarlo de nosotros.
Ni el maltrato, ni el culto al cuerpo nos dan una respuesta, el dolor yace aferrado en nuestro pecho, bloqueando la respiración, oprimiendo y mezclándose en todas nuestras emociones.La vida se nos escurre y el dolor es todo lo que podemos ver. Detenerse, imposible, avanzar, riesgoso... el presente se transforma en todo...
¿Cuándo hay que decir basta? ¿Cuándo el dolor llegó a su límite? Pero si el dolor no tiene límite, siempre puede ser un poco peor, un poco más destructivo, logrando extender e incrementar la agonía.

10 ene 2013

Arte y palabras

Se podría crear una obra de arte con palabras que inundase y deleitase nuestra vista?
Cómo hacer que la expresion escrita, sea en sí misma lo suficientemente bella para transformarse en un cuadro, que cruce la barrera idiomática, que se burle de la intelectualidad barata, que se comunique directamente con nuestras sensaciones y sea capaz de evocar sentimientos sin recurrir a la imaginación, ni a la creatividad.
El receptor siempre utiliza su propio mundo para comprender lo escrito, por ende, las palabras nunca son capaces de contener una objetividad, las palabras interactuan directamente con el individuo ganando fuerza en la subjetividad del mismo, el arte plástico recurre a exactamente lo mismo, ser capaz de comunicarse con la subjetividad del individuo y a través de ella deleitar. Sin embargo, las imagenes son capaces de entrar de lleno en el interior, mientras que las palabras requieren que de a poco te vayas deleitando con ellas, que lentamente vayas avanzando por el texto, mientras las figuras se forman en tu cabeza. Requiere que el receptor tenga verdaderos deseos de involucrarse con la obra para recién cobrar el efecto deseado.
Pero, cómo destruir esa barrera, cómo requerir menos del espectador, cómo las palabras pueden formar figuras con sólo mirarlas, que sin importar el idioma, el sonido emitido, que el significado contenido traspase la mera escritura y cubra al lector en un mar de belleza. Cómo podemos olvidarnos de la pomposidad del lenguaje, de la complejidad de palabras, de la estructura y poder engendrar de lleno emocionalidad.
Cómo volver el lenguaje un vino, que al acercarse a el impacte por su aroma, que el primer sorbo sea la totalidad del gusto y después podamos ir poco a poco deleitándonos con sus partes. Que la primera impresión haga la necesidad de continuar el recorrido, que sea como el beso entre el autor y el lector, donde no hay pausa, sólo vida y comunicación, donde los complejos quedaron a un lado y la necesidad de sentir al otro y deleitarse con él es más fuerte.
Cómo ir más allá de las palabras, de las imágenes evocadas, del sonido y entrar en el plano del placer puro. Esa comunión con el interior, con lo que queda oculto, con lo que cuesta expresar, con lo que solo soñamos, con lo que es enteramente humano.
Ese será el misterio por descubrir...